El nombre de la criatura

Existen teorías por ahí según las cuales es posible controlar el sexo de la criatura. Algunas son más propias de Aramís Fuster, Paco Porras, Rappel o los Chamanes que se anuncian en Lavapiés, alegando que hay factores determinantes como (agárrense ustedes) la temperatura de la bolsa escrotal, la orientación de la fémina durante el acto, y otras posturas. Como aún no tengo entrenadas a mis gónadas a sostener el termómetro, y lo de poner a mi señora mirando a Cuenca es algo de lo más soez cuando se trata de la madre de tus hijos, he decidido seguir otra teoría con más fundamento científico según la cuál puede controlarse el sexo del bebe.

Resulta que los espermatozoides Y (los que dan sexo masculino) son más rápidos que los X (los del femenino), pero por contra son unos flojeras y no tienen la paciencia de los X, más grandes y resistentes:  

Por consiguiente, si tienes relaciones sexuales en los días más cercanos a la ovulación, hay mayores probabilidades de que fecunde un espermatozoide veloz y nazca un bebé del sexo masculino. En cambio, si la concepción se da unos 3 ó 4 días antes de la ovulación, hay más probabilidades de que los espermatozoides Y no resistan hasta la ovulación, y quien fecunde sea un espermatozoide X, dando lugar a una niña.

De este modo, y echando mano del calendario, mi señora dice que lo más probable es que tengamos un churumbel con dos pelotas que no le dejen ver el color de sus patucos.

Hete aquí que tenemos que decidir cómo se llama...

Ella dice que Lucas. Perdónenme los Lucas de España (menos uno), pero tuve un compañero de trabajo así llamado, con tal nivel de gilipollez encima, que sólo albergo para él pensamientos de salvajes mutilaciones.

Mis favoritos, sin embargo, son Pablo, Gonzalo o Rodrigo. También se me ocurren Sancho o Juan. ¡Sí, señor! ¡Me encanta lo vintage! Que a este paso voy a recurrir a Garcilaso.

Ella accede a renunciar a Lucas, pero yo debo tachar a Pablo. Ataca con Nicolás. Una amiga veterinaria me dice que Nicolás es el último grito en nombres para perros (¡perdónenme los Nicolases!). Y aunque en mi fuero interno no me niego, yo sigo tirando de la lista de los Reyes Godos. Sisebuto y Chindasvinto rondan mi mente. Lo que sea para contrarrestar sus propuestas. Pero claro, ella sigue mi misma táctica, y es inasequible al desaliento. Ya lo va presentando por ahí como Nico. A ver si cuela. La muy...

Al final va a ser niña. Tenemos cierta querencia por discutir de problemas gilipollas que al final no hay ni que resolverlos. Qué disgustos más tontos nos llevamos. Menos mal que aquí sí que estamos de acuerdo en que se llame Isabel.

P.S.: La teoría científica, a tomar por culo. Al final debí de tener los huevos fríos ese día.